Narrativa salvaje - Relato - Poesía en verso y puro teatro.

H /\ !!! - probablemente sea un escritor mediocre, un libertino actor teatral sin recursos, un ser humano despistado, un amante amado, un cantante de voz silenciosa. ¡Pero! si sé que soy libre y es lo único que tengo.

Quizás amante, o quizás nada...

Desde tiempo a, me siento en cuerpo y alma identificado con la cultura nómada lakota sioux, su luna y en todo lo que concierne a la madre naturaleza y su sabia actitud.

Muchas gracias por visitar cuan leer a los sentimientos, sueños e ilusiones que aquí comparto.

Ser libres y cabalgar /\ !!!

martes, 28 de abril de 2009

Dreaming /\ !!!



Inducido al despertar tras el descanso de mis sueños ante el descenso de mis emociones. Solo veo que las olas golpean a las rocas y que cuando yo creo que me voy sujetando, la cuerda se me escapa de mis propias manos, encontrándome varado. Y es entonces cuando encuentro que he enredado a mi destino, que las noches se hacen largas y que el alba llega eterno. He llegado a perder la lucidez ante las pasiones de la razón.
No sé si tan solo fue un sueño sin soñar, o simplemente que no puedo dormir mientras esas lágrimas goteen encima de mí.
Los ojos se me cierran a la dicha, cuando estoy a la mira de que las ideas fijas no son sencillas.
Camino sobre la arena, bajo el vendaval de la adversa mañana, mientras voy dejando las huellas de mis pies, sin saber si sales o si entras, en espera de que las lágrimas de la lluvia las recojan y las borren del lugar, sin que quede rastro de mi presencia. “Me encuentro libre sin hablar”.
(La bruja nunca voló, el lobo nunca ganó, el árbol se quemó, la princesa ha caducado, el hada es una presa, la sirena se aburre y el lakota ha muerto ahogado). Pese a todo, la romántica nació para hacer divino al dolor. Ella es la heroína de los sueños que aún no existen y que quedan por cumplir. Soñadora empedernida de miradas que se pierden al tiempo que se juntan.
La romántica me dijo que el mejor momento para ver las respuestas que dicta el tiempo, es en la noche y desde la cama. Y que desde ella, es dónde se ve la estela de los planes del jardín de las flores blancas de la edad. Dónde la razón, la destreza y la experiencia, no resisten en muchas ocasiones a la fuerza de algunas corrientes de agua.
Yo he llegado a vislumbrar en el jardín de las flores blancas de la edad, la silueta de la mala sombra en el rostro de una bufona de cara alegre y de mejillas coloradas. Llegándome a mojar en el manantial del nacimiento de las aguas prohibidas. Y aunque el aire no sepa que ocurre, el viento se lleva lo que acontece. Pero no se puede vivir de la nostalgia, ni morir sin recordar. Aún es pronto para saber si muchas cosas que no llegaron hubieran sido, o, si muchas cosas que llegaron no hubieran sido.

Los viernes solíamos darle las buenas noches a la ciudad, para permanecer en la cama hasta la mañana del domingo. Mirándonos y sintiéndonos libres a espaldas de la realidad.
Es ahora, cuando la senda se convierte en un continuo y monótono mareo de sensaciones silenciosas, mientras un golpe de tambor suave junto a una voz femenina, corean un cántico familiar al uso de mi mirada distraída.

Oeo, eia, eio, eia, eio, eeeeee…Eio, eia, eioooo, eee, aaaaaa.
Oeo, eia, eio, eia, eio, eeeeee…Eio, eia, eioooo, eee, aaaaaa.


Creo que soy demasiado joven para estar satisfecho y demasiado viejo para apartarme.


Y al término de la velada de las galanas ternezas, solo ha quedado la acústica del eco del silencio de los aplausos de un teatro vacío y el de unos sueños que ya acabaron, sin que las flechas hayan dado en el blanco exacto de la diana.

lunes, 20 de abril de 2009

El árbol de los cuentos /\ !!!



…erase una vez, un apuesto cuan colosal árbol que vivió al amparo de las colinas de Santee River.
Las ramas del ingente árbol tocaban la tierra cada vez que salía el sol, ondeaban cada vez que hacía viento, brillaban cuando llovía y se erguían tras la salida de la luna.
Era un árbol vivaz, ya que se trataba del árbol de los cuentos del piel roja.
Los Lakota nunca supieron identificar a qué tipo de especie perteneció, pero sí sabían que era único, especial y mágico, puesto que les proporcionaba cálidas noches de verano, tormentosas tardes de otoño y frías mañanas de invierno. Pero lo más importante es que les contaba cuentos al amparo del río, la montaña y el fuego.
Solo la Dama blanca y el Bisonte Blanco supieron de su procedencia.
Gracias a ese árbol, se despertó en la gran nación sioux, el apego y pasión por las historias.
Aquel árbol, siempre contaba buenas fábulas, fábulas que nadie podía ver, pero si oler.

Fábulas como:
El caballo blanco enamorado de la luna.
La canoa.
El sueño sioux.
La libertad de montar una tipi en pleno corazón de la madre naturaleza.
El sendero de nuestras costumbres.
Etc.

¡Ahora!, aquel árbol ya no vive…lo talaron.

Lo talaron no hace muchos inviernos, mientras mi pueblo visitaba a otras tribus nómadas amigas, por todo lo largo y ancho del valle.
A nuestro regreso, en vez de al árbol de los cuentos, hallamos en su lugar, una tienda de suvenires. Quienes llevaban la tienda no eran de los nuestros, pero se hacían pasar por nosotros. Llevaban sombreros anchos, tequila en la mano, ropas andrajosas y cantaban borrachos en un idioma raro.

Mi pueblo los llamó “Violadores de verso”.