Hay algo que deberías saber:
Al ángelus, una párvula se decidió por primera vez a observar el entorno de su ciudad, recostada inicua sobre las rocas del coco. La párvula quiso ser capaz de emocionarse en su propio silencio, aprenderse de memoria cada esquina de tan distinguida y pasional villa, intentando ser capaz de agitarse por cada movimiento pasado, del sonido, de la nocturna luz, etc.
A las horas y en ávida, a la párvula le pareció darse cuenta de que su propio pueblo le aparecía distinto…las mismas caras y los mismos gestos. ¡Aún tenía tiempo para revivir y crecer!
La muchacha pensó, ¡que podría hacer! Dando por sentado, que entre tanta gente solo encontraba almas vacías e irrealidades detrás de ellos y de ellas.
Llegado el amanecer, intentaron hablar con ella. Pero su pureza tan solo se dejaba seducir hacia el trato de las desigualdades entre las diferentes conversaciones, sin poder sacar nada a cambio. Cuanto más tiempo pasaba a través del reloj solar, mas le seducía la idea de compartir su vida en el mar, en la Isla de Tabarca.
En la llegada de la tarde, a la párvula le empezó a gustar hablar, pero siempre manteniendo y guardando las distancias. Sin querer conocer a nadie. Ella pensaba que detrás de aquellas conciencias cual voluntades, habitaban afluencias de pequeñas amistades y muy poco probables grandes amistades. En cambio, todas aquellas vidas que querían hablarle, tan solo querían ser escuchadas sin que les importara que fuesen pillados en farsa mentira de disfraz sin máscara.
A ella eso no le gustó, decidiéndose a buscar por otros caminos.
El gentío, rara vez parece lo que es, y cuando lo parece, se sigue descubriendo que no es molino, ni plata, ni lago lo que reluce.
Numerosas gentes la incitaban a tomar algo, a visitar sus hogares, e inclusive a intentar comprarla. De todo ello observó impávida, sobre la cantidad de caídas y engaños que podía causarle hacer caso a personas egoístas y poco amantes de lo natural.
Todo esto, la párvula, se lo iba narrando a su propio silencio.
Transcurrido un tiempo, la muchacha viendo que siempre era lo mismo, decidió entablar concurridas conversaciones con una piel roja que no tenía la misma intención que el resto de los mortales. Quedaron y se vieron a la dicha de un refrigerio e intercambiaron sus móviles, emails y demás gustos personales.
Finalizado el encuentro, se propusieron para quedar mas adelante. ¡¡¡Nos veremos!!!
Ese fue el único día en el que se vieron juntas compartiendo sus cosas, no la volvió a ver más. Tras varias intentonas por saber de ella, diose cuenta la párvula de que estaba fuera de lugar.
