Érase que se era, que en el pueblo de Alcafrán, en aquellos años oscuros de la España profunda, dónde todo eran corridas de toros, fiestas descoloridas y el pueblo vestía de negro…vivió un fraile cristiano, al que llamaban Fray Perrico. Dado sobretodo a su afán por penetrar sin consuelo al borrico que tenía en su establo y al que para darle leche en desayuno, su monaguillo le propinaba patadas.
La vida en Alcafrán, sucumbía al día a día como cada cual bien podía. Había quienes gozaban con su familia y ganado, había quienes bailaban sus tradicionales danzas al caer la noche, (la bella noche), había quienes contaban historias y leyendas pasadas e incluso como todo pueblo que se precie, existía el tontico del pueblo. El gracioso y alquimista – Tontico del tó -. Noble humorista y mejor persona.
Esto era cuando Fray Perrico, en una de esas misas tristes, que solo servían para engañar y recaudar podrido dinero para su congregación. Llegó hasta la puerta de su secta, una mujer que se sentó a escuchar en uno de los bancos de la iglesia, el sermón del Fray Perrico. Pronto, para los/as y muy queridos/as míos aldeanos/as del pueblo, fue llamada la Dama de las mamellas, puesto que siempre iba vestida con harapos hermosos, pero con sus pulidos y tersos pechos al aire. Vamos que siempre los tenía a la fresca, tomando el sol en verano y tomando el aire en invierno.
Esto hizo que Fray Perrico se sobresaltara, pero no se atrevió a preguntarla nada al final de la misa triste. Él, sabía que la dama sería culta, interesante y poco dada a manipulación alguna. Por lo que se decidió a coger a su borrico y golpeándolo a palo y vara, bajó hasta la capital para entrevistarse con el líder de su secta, monseñor Papinilo el grande.
A la reunión de Fray Perrico con monseñor Papinilo el grande, se unieron los demás feligreses/as y monjes/as de la secta por simple cotilleo. ¡Y ha decir verdad! Lo hacían mas bien por el hecho de darse gusto con la mente, al oír hablar de pechos de mujer.
Varios de ellos esa noche violaron a sumisas monjas. Otros en cambio, con su mano derecha adelantaron a la Navidad.
Monseñor Papinilo el grande, le explicó a Fray Perrico, la estratagema a seguir para que la Dama de las Mamellas sucumbiera a la iglesia y poder tocarle sus pechos sin que nadie lo supiera o viese. ¡Que no hubiera testigos/as!. Por lo que la idea era que Fray perrico, intentara hacerse amigo de la Dama de las mamellas y una vez hecho invitarla a la capital a una audiencia con monseñor Papinilo el grande. Tras conseguirlo, podrían tocarle sus pechos quisiera ella o no. Y después quemarla alegando que era bruja, masónica y satanista.
¡Y que os creéis!, ¿lo consiguieron?
Ayer el amor era ilusión y hoy el amor es muerte, dónde el católico espía a la mujer y al hombre.
¡¡¡Y sí, lo consiguieron!!!.
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