Hace no tanto tiempo, se me apagó la voluntad del ánimo en las cosas. El bajel sucumbió en la mar quedándome sin tripulación, sin mapas, sin rutas, sin guías, sin vela de tela blanca, sin timón, sin remos, sin comida, sin las plumas, sin las pinturas, sin el atrapasueños, sin el gato, sin ducha y sin wáter.
El barco se quemó. Y nos quedamos sin - el S libertino D -.
Y puestos a asumirlo, confesaré que yo también pasé por la noche de la luna triste.
Tiempo atrás del ruin naufragio, la carabela junto al que os escribe, solíamos adentrarnos a pie y mochila, por numerosos barrios nocturnos, repletos de almas con aspecto insinuante, dónde pernoctaba el romanticismo de las cosas y de las formas. En sitios tan dispares, ¡dónde por sintonía!, las canciones te interrumpen el paso y te quedas a escuchar durante un tiempo la melodía de ir de un lugar a otro lugar, de corazón en corazón, de alma en alma, de teatro en teatro, o de lo que es peor; de cama en cama. Hasta querer pensar que algún día encontrarás tu lugar dónde descansar junto a tu dama, junto a la madre tierra, y junto a la danza de la nocturna Luna.
Pero, mientras tanto…
A la hora primera de cada mañana. Tienes que abandonar las sábanas del lecho, para salir cobarde por la adornada ventana, hasta caer al suelo y caminar para desayunar.
Ser misterioso me ayudo a hablar con los ojos y a sentirme descaradamente presumido, venía a mi la aventura y yo la acogía con agrado disimulo. Rozándola con descaro, pero sin hacerle ver que me tenía atrapado…
Y así fue como conquisté, al primer roce gozoso/sensual con la aventura, guiados por el inconfundible aroma del trovador de historias incompletas.
Nunca he llegado a completar nada. Tales palabras me repito a menudo. Y me es curioso que ahora que no hay fragata, puesto que todo se quemó.
Mi sino sea huir. Y huyendo es como vivo.
Aún no me llegó mi definitivo guión, se quedó en el sexto acto, - (creo recordar, no muy convencido) -. Siendo el resto de páginas, folios blancos aún sin ser escritos… ¡Pero!, he visto que lo que la tinta dice hasta ahora, son: HISTORIAS INCOMPLETAS DE UN NOCTURNO PRESUMIDO.
Carta al navío de los sueños. El - S libertino D -:
Ya que lejos de ti me quedé,
yo en tierra y tú en el fondo del mar.
Incluso te busqué…
Muy dentro del fondo del mar has de estar, por que al tiempo a nado no te encontré.
Casi me ahogué, y ni te encontré.
Pasión de varón errante, que en dama alguna, averiguó la primera aventura del rubor del primer beso, contacto o mimo.
La canción que me sugiere esta carta de venia sin remite, son siempre las mismas;
Dreams de cramberries y no más lágrimas cual Con nombre de guerra de Héroes del Silencio.
Y eso es todo.
Decirte al final que para ti quede lo que valió la pena. Te quemaste con honores de valiente y fiel barco honrado.
Para mí quede la noche en que una mujer se murió al poco de conocerla.
O de que otra mujer me habló con los ojos y aún hoy descifrando el entuerto estoy.
O de aquella mujer que con sus palabras y las mías creábamos sueños e ilusiones.
O de la atractiva bruja de ropaje oscuro, que del campo sacaba ungüentos y me los hacía probar. – vaya que si lo hacía -. ¡Y bien que lo hacía!, ¡perdón!, los ungüentos quise decir.
O de aquella mujer que orgullosa me mostró…sus días de verano.
O de la blanca piel roja, en aquel baño caliente.
O de la mujer que encontré a caballo, escapándonos de la suciedad social.
O de esa mujer que controlaba los cuatro puntos cardinales.
O de aquella otra mujer que…O de...De aquella que…La que…
En fin.
Ni amor primero de mujer alguna, que seguro estoy que del último brindis sí.
También quede para mí la versión de aquellas dos mujeres que conocí en su momento y que me enseñaron lo que era la mentira, la crueldad, la incultura y la ignorancia. Vaya con ellas la condena de no ser honestas consigo mismas, por que ni tan siquiera son mujeres, no lo merecen. Son hombres vestidos de mujer, y ese es su destino como castigo. El ser hombres como lo soy yo.
-"Pienso en aquél que te pretendió antes de ambicionarte yo"-. Y los dos tenemos algo en común /\ !!!