Hubo hace mucho tiempo, en un pueblecito de nuestra geografía, dos familias que eran muy humildes, mientras que el resto del pueblo vivía con grandes derroches económicos.
Estas dos humildes familias, se dedicaban a trabajar en el campo, a cuidar ganado y a servir en las casas del resto del pueblo.
Los padres eran los que trabajaban en el campo, los hijos mayores en el pastoreo, y los más pequeños de sirvientes de las familias nobles.
Pero llegó el día, en el que una de esas familias humildes, decidió trabajar para si mismos. Cuidando de su pequeña huerta al tiempo que pasturaba a sus dos únicas cabras, para beneficio y servicio exclusivo de la familia.
Al irles medianamente bien, la otra familia humilde también decidió unirse a ellos. ¡Que gran error!, - Ya que el resto del pueblo, tan pudiente, se encontró de repente, sin nadie que les cultivase sus campos, sirviese sus mesas, sus casas, pasturase sus campos y ganado, etc -. Eso no podían soportarlo, por lo cual se dedicaron a hacer la vida imposible a estas dos familias humildes, hasta tal punto, que tuvieron a bien marcharse de aquel pueblecito y abandonar, todo lo que con tanto esfuerzo, empeño y cariño, les había costado conseguir.
Fueron amenazados por toda la gente a la que antes habían servido con tanto esfuerzo y bondad. Se sentían impotentes ante tanta vulgaridad. Ya no tenían nada, no sabían que hacer, o a dónde dirigirse. ¡Y para colmo!, eran muy pocos como para enfrentarse a todo el resto del pueblo.
Un buen día, decidieron refugiarse en el frío monte, desde dónde pensaban que nunca les irían a buscar. Y así estuvieron durante un buen y largo tiempo.
Una vez hubieron pasado varios meses, bajo las inclemencias del tiempo y acostumbrándose a lo poco que podía ofrecerles la naturaleza, estas dos humildes familias decidieron volver al pueblo, encontrando sus casas arrasadas por el calor de las llamas, viendo sus posesiones mas preciadas tiradas y quemadas por el suelo.
…tiempo después y no sin gran esfuerzo por parte de las dos humildes familias. Llegaron a conquistar la ciudad, compraron tierras y la llenaron de hijos/as, nietos/as, e una unión familiar perpetua de la que yo hoy formo parte.
A Eloina de Fez Villar y Justiniano Martínez de Fez /\ !!!
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